viernes, 15 de julio de 2011

Mi hermana y su cumpleaños

Estoy seguro que fue mi padre. El me dijo en una ocasión que las mujeres siempre “cumplían veintiún años”. No sé qué pensarán ahora mis mujercitas, en estos tiempos de la igualdad de derechos entre el hombre y la mujer. Lo de mi padre era pura cortesía, ahora valoramos otras cosas en las relaciones mutuas entre las personas de los distintos sexos. ¡Todo y cada cosa a su tiempo! Viene a cuento este recuerdo, porque acabamos de celebrarle a mi hermana – la única mujer entre cinco hermanos – un cumpleaños de los que terminan en cero. A pesar de felicitarla por el “veintiún aniversario” de su nacimiento, la fiesta tuvo todos los atractivos que merecen las siete décadas de vida de una mujer admirable, hija única entre varones, esposa fiel y servicial, madre de tres hijos y hermana que fue y lo sigue siendo de una generación que sufrió y trabajó el ayer y que mira agradecida el presente y el futuro, a veces sin entenderlo muy bien.

Discutía yo en estos días con una de mis nietas sobre algunos acontecimientos que han tenido a la mujer como protagonista en fechas pasadas. En Alemania se ha celebrado el Mundial de futbol femenino, con un despliegue extraordinario de la televisión pública alemana y consecuentemente de todos los medios de comunicación de ese país. Pero como todo es negocio, al perder la selección alemana en cuartos de final, se acabaron los espectadores y dejaron a las japonesas jugar la final del torneo. Mientras que las esforzadas jugadoras alemanas se retiraban a sus lugares de vacaciones, el gerente de la segunda cadena de televisión declaraba, que en este negocio todo se mide con las cifras de espectadores, y que por eso en los próximos meses y años no habrá más reportajes sobre el futbol femenino.

La conversación con mi nieta no tenía como materia la falta de fuerza de las jugadoras, visible en los pases de balón desde el centro del campo a los extremos de la portería contraria. Yo le comentaba que algunas de las jugadoras alemanas, para apoyar los esfuerzos de las agencias de publicidad del mundo del deporte, se dejaron fotografiar en un pequeño grupo, enseñando parte de sus “primores” y dejándose imprimir en la portada de la revista Playboy para diversión, supongo yo, de los lectores de tal publicación. Para aumentar la tirada de la revista, la foto de la chicas del balón en paños menores se publicó también en los diarios y servicios “online” de Alemania. Algunas periodistas alemanas comentaron que una vez más las mujeres eran instrumentalizadas por los hombres. Otras las alababan por su valentía y coraje, considerando el hecho como un aporte más en la lucha por la igualdad de los sexos, o como escriben, por la “igualdad de género”. Ante mi desconcierto, mi nieta me recordó el derecho a la libertad que tiene cada uno para “hacer de su capa un sayo” y también, eso lo dije yo, para ir por esos mundos de Dios sin capa y sin sayo. ¡Allá ellas!

Tengo la suerte de tener en casa otras fotos que admirar. Recordando el cumpleaños a celebrar busqué en mi estantería el álbum de fotos “antiguo”, aquel con las fotos en blanco y negro, para recordar a mi hermana en su niñez y juventud. En alguna foto miramos los dos a la misma cámara. Mi hermana se educó colgada de las faldas de mi abuela materna, mujer de bien y madre de diez hijos, una santa en sus días. Mi madre fue también su escuela primaria. Mujeres que marcaron varias generaciones en la España de la postguerra. Dicen que los tiempos han cambiado, y así es, pero “bajo la superficie de lo cambiante hay muchas cosas permanentes” porque tienen su último fundamente en algo muy superior y estable. Uno de estos valores es para mí la dignidad de la mujer, tanto a los ojos de Dios como a los ojos de los hombres. Fue y es mi hermana un ejemplo de una dignidad femenina que ha trascendido más allá del pequeño ámbito familiar. Dignidad de la mujer que viene medida en razón del amor.

El quince de agosto de mil novecientos ochenta y ocho el entonces Papa Juan Pablo II, publicó su Carta Apostólica “Mulieris Dignitatem” – La dignidad de la mujer. Adquirí un ejemplar y la leí con curiosidad, buscando la “chispa” de aquel hombre sabio en un tema que siempre me había apasionado, el tema de la mujer. No me defraudó. El Papa invoca el primado del amor, para dar una respuesta completa y adecuada a la cuestión de la dignidad de la mujer y su vocación. Escribía Juan Pablo II: “Cuando afirmamos que la mujer es la que recibe amor para amar a su vez, no expresamos sólo o sobre todo la específica relación esponsal del matrimonio. Expresamos algo más universal, basado sobre el hecho mismo de ser mujer en el conjunto de las relaciones interpersonales, que de modo diverso estructuran la convivencia y la colaboración entre las personas, hombres y mujeres.”

En mi querida hermana he podido constatar la verdad del mensaje del Papa: “La dignidad de la mujer se relaciona íntimamente con el amor que recibe por su femineidad y también con el amor que, a su vez, ella da.” Ella, como mi abuela y mi madre, y como tantas otras mujeres que conozco, se han encontrado a sí mismas dando amor a los demás. Yo he sido uno de los agraciados. ¡Gracias, hermana, bonita, yo también te quiero! ¡Y que cumplas muchos más!

1 comentario:

  1. Queridos Paco y Anne 15-7-11

    Sólo me cabe prdirle a Dios Mta que puedas seguir vertiendo tú alma. conocimientos y realismo,en tus escritos- Blogs.
    Yo te acompaño siempre con mi cariño y oración, los abraza y besa, Fernando A Ave Mta

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