sábado, 12 de febrero de 2011

La "campanada" de una vida

Ayer por la tarde fui a verla. Nos habían avisado que su vida se está apagando visiblemente en los últimos días. En noviembre de este año debería cumplir cien años de vida, de vida intensa y ofrecida por entero a los demás. Es la hermana de mi madre, la segunda de una familia de diez hijos. Mi madre fue la primogénita, se llevaban un año. Allí estaba ella, mujer fina, servicial e inteligente a donde las hubiere, postrada en su lecho de agonía. Piel cuidada cubriendo sus huesos y venas, su sencilla y gastada humanidad cubierta con un pijama azul celeste, como conviene al caso. Sus ojos, atractivos y transparentes en otro tiempo, anunciaban ayer el final de una vida. La tomé de la mano e intenté hablar con ella. Repetía a duras penas mis pocas palabras, en un momento de nuestro encuentro me dijo:”La próxima vez nos veremos en el cielo.” Entre gemidos recortados y sus esfuerzos por mantener mi mano apretada a la suya rezamos juntos a nuestra Madre, la Santísima Virgen, un “Ave María”. Conmigo estaban también mi esposa y uno de mis hermanos. La besé varias veces en la frente y dejé que los que me habían acompañado se acercaran a la cabecera de la cama y hablaran también con ella. Al salir de la habitación nos atendieron las Hermanas de su comunidad. Mi tía pertenece a las Religiosas de la Sagrada Familia de Burdeos y está siendo cuidada en los últimos meses de su vida en una de sus residencias de mayores. En el silencio de la noche pasada repasé su vida, la vida callada y plena de una mujer admirable, entregada a Dios y a los demás.

Pocas horas antes de esta visita me había enterado que en la misma mañana de ayer , en un acto sin precedentes, más de 150 presidentas, consejeras y directivas de distintas empresas españolas habían protagonizado, de forma colectiva, el tradicional toque de campana de apertura de la sesión bursátil en el parqué madrileño. Las mujeres querían ser las protagonistas indiscutibles de la Bolsa española. El acto lo había organizado otra mujer, la directora del Corporate Women Directors International (CWDI), para conmemorar así el “Año de las Mujeres”. La Excma. Sra. Doña María Paloma Adrados Gautier, destacada profesional, diplomada en Derecho, y política de la escena madrileña no quiso perderse el acto, y como Consejera de Empleo, Mujer e Inmigración de la Comunidad de Madrid, sentenció con esa frescura típica de los políticos en el poder, que esperaba que la ceremonia vivida fuera “un paso más para concienciar a la sociedad de que hay muchas mujeres que pueden ser modelo” para llevar a cabo muchas tareas en nuestro país. Con estas palabras cerró el acto mencionado. No sé, si fue entonces cuando dieron la campanada para iniciar la sesión, o la habían dado anteriormente.

Me encantaría saber si la distinguida y honorable doña Paloma estudió en su niñez y juventud en el Colegio de Ntra. Sra. de Loreto de Madrid. Si es así, ella debería saber que la comunidad religiosa a la que pertenece mi tía fundó este célebre colegio madrileño ya en el año 1844. Profesoras y directoras, entonces las llamaban ‘Madres’, han formado a innumerables generaciones de jóvenes madrileñas, siendo hoy todavía un conocido centro religioso de enseñanza con más de 1.280 alumnos. Religiosas que se formaron en el silencio y el sacrificio de sus vidas y fueron “mujeres modelo” (éstas sin campanadas, sin publicidad ni cuotas dictadas por decreto) para muchas personas en nuestro país.

Y ‘como muestra basta un botón’, traigo a mis recuerdos a mi entrañable moribunda, la que ayer besé y la que me prometió encontrarse conmigo próximamente en el cielo. Mujer de cuatro títulos académicos, profesora de matemáticas en diversos colegios de enseñanza y directora en otros tantos, desde Tolosa hasta Málaga, pasando por Valencia, Navalmoral de la Mata y Plasencia, y sin olvidar Aranjuez, Buñol y Granada.
Antes de entrar en el Noviciado de su comunidad religiosa, en el año 1935, había cursado ya la carrera de Magisterio. Tenía veinticuatro años. Mi abuelo se preocupó de que estudiara y la matriculó para ello en el año 1931. Pasada la guerra civil, en 1945, marchó a Barcelona, obedeciendo a sus superioras, para estudiar allí Ciencias Exactas, licenciándose en esta especialidad. Mi hermano cuenta, que un día la escuchó decir, que en aquellos años sólo estudiaban ella y otra chica en la facultad, en medio de otros muchos jóvenes estudiantes. España vivía en los años terribles de la postguerra y necesitaba, de verdad, ‘mujeres modelo’ para construir España. Sus anhelos de formación no quedaron ahí, en 1961 comenzó la carrera de Letras y en 1973 terminó licenciándose en Teología en la Universidad de Granada. Mientras tanto enseñaba y gobernaba en sus colegios y comunidades.

Hoy parece que las mujeres necesitan de un “lobby” (véase CWDI) para conseguir un puesto destacado en la sociedad, ayer muchas de las nuestras dieron su mejor aporte, sin que nadie se acuerde hoy de sus vidas y las pongan en el escaparate. En la tarde del viernes tuve la suerte de tener entre mis manos las de una de ellas, una gran mujer, y a la que besé varias veces en la frente. Me alegré al saberme sobrino suyo. ¡La sociedad está en deuda contigo, tu vida bien vale una campanada, o mejor, un repique de campanas!

2 comentarios:

  1. Me he encantado esta nueva entrada. Enhorabuena, Paco, por contar tan bien un ejemplo de vida entregada a los demás. Y una demostración del papel que tuvieron muchas mujeres en épocas más difíciles que las de ahora.

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  2. Muchas gracias primo, por compartir este homenaje de nuestra querida tia María.
    Todas las mañanas oigo el repique de campanas de la Iglesia de los Escolapios, junto a la que vivo aquí en Granada. y creo que a partir de hoy cada vez que suenen me acordaré de tí y sobre todo de ella.
    Un abrazo de tu prima Amparo Mellado Suárez, que tuvo el privilegio de tener como madrina a tu madre, mi querida tia Amparo.

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