martes, 13 de octubre de 2009

Facebook, Tuenti y mis nietos

Hace unos días pude observar con admiración cómo uno de mis nietos, que había faltado a clase el día anterior, recibió en pocos minutos varios mensajes por Internet, en los cuales algunos compañeros de colegio le informaban sobre las tareas a realizar para las clases del día siguiente. Según me explicó, había entrado en Tuenti y había lanzado un “SOS” a sus amigos. Tengo que reconocer que aunque uso habitualmente la ‘RED’ para comunicarme – E-Mail – no estoy tan avanzado como mi nieto en estos menesteres. Así que le pedí me explicara lo de Tuenti y sus amigos.
Y así fue como me enteré de que existen en el mundo fascinante de Internet unos sitios de redes sociales y servicios de ‘microblogs’ (intercambio de información a través de micro-entradas basadas en textos de pocos caracteres) en donde los componentes de los grupos tienen la oportunidad de buscar contactos, mostrar a los demás información personal, compartir sus gustos y sentimientos, intercambiar fotos, videos y mensajería instantánea, etiquetar a los amigos en las fotos, además de participar en salas virtuales de conversación en temas de su interés. Mi nieta, la hermana del que me explicaba el tema, añadió al respecto su comentario: “Abuelo, es un lugar idóneo para el cotilleo sin salir de la propia habitación”. A continuación me enumeraron algunas de estas redes, tales como MySpace con más de 250 millones de usuarios en todo el mundo, Facebook con más de 300 millones, Twitter con 50 millones, Tuenti en España con más de seis millones de participantes y otras tantas con ámbitos de influencia en diversos países y regiones. Para completar la información me mostró ejemplos de algunos de estos foros de comunicación con sus mensajes, fotos y demás detalles.
He de confesar que algunas de las fotos que vi en estas redes, me han hecho reflexionar. He aprovechado los días posteriores a este encuentro para profundizar en el tema, hablando con mis hijos y otros conocidos y leyendo diversas informaciones al respecto. Dos noticias de los últimos días me han ayudado también a formarme una opinión. Una fue la caída durante unas horas de la red de Twitter y la avalancha de comentarios que se publicaron en el sitio una vez restablecido el servicio. Muchos usuarios afirman haber descubierto la vida real por no haber podido enviar sus mensajes. “He encontrado la vida”, comentaba uno, “Me las arreglé sin Twitter gritando a pleno pulmón lo que estaba haciendo”, explicaba otro.
La segunda noticia me llegó a través de un programa de uno de los canales de televisión alemana. La empresa Kienbaum Executive Consultants, empresa internacionalmente conocida como una de las más prestigiosas consultoras en marketing de personal, se informa regularmente de forma exhaustiva en las redes sociales sobre la “vida y milagros” de aquellas personas que buscan trabajo para puestos directivos, eliminando de sus listas a aquellos que han publicado en los sitios citados fotos personales comprometidas de “Partys” y otras juergas privadas.
Aunque no se debe juzgar lo que no se conoce bien, me atreví a sacar el tema en la sobremesa del último fin de semana. Los nietos presentes me escucharon con atención. Por lo menos, esa fue mi impresión. Es verdad que siempre habrá desgraciadamente, en el mundo real y en el virtual, gente que se sienta sola y que necesite contarle a todo el mundo lo que hace, fardando de sus fiestas y tonterías, pero también hay muchos que disfrutan teniendo acceso a personas, debates e informaciones a las que es imposible acceder si no fuera por estas herramientas.
Después de saborear el helado que nos había ofrecido la mamá, les dije también a mis nietos que es bueno poder entrar en las redes sociales, pero que sepan del peligro que existe, de que las tales redes invadan sus vidas y determinen sus valores y hábitos. Los directores de estudios de comunicación conocen y aprovechan a conciencia esta realidad. Hay otros peligros que quiero que mis nietos conozcan. Se sabe del robo de identidades y de la utilización indebida de las mismas por parte de elementos sin escrúpulos, es notorio el uso que empresas comerciales hacen de estas redes sociales y de los datos personales que van unidos a los cuestionarios de alta, y finalmente es evidente que la publicación de informaciones privadas puede llevar a inconvenientes graves, ya sea por descuidos propios o por deficiencias en los sistemas de seguridad del sitio o de los otros usuarios. Colgar una foto en la RED es fácil, borrarla es casi imposible.
En este contexto, y si los estudios les dejaran algún tiempo libre, podrían mis nietos (y sus padres también) leer los relatos de Simon Travaglia, autor neozelandés, sobre el Bastard Operator From Hell (BOFH) , Maldito Operador del infierno (en alemán: Mistkerl/Bastard-Systembetreuer aus der Hölle). Y en otra sobremesa podrían contarme sobre lo leído.

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