viernes, 4 de marzo de 2011

El primero de la clase

No sé si era el número uno de la clase, de todas formas estaba entre los primeros. Éramos muy amigos y he de confesar que toda la clase le admiraba y quería. En los primeros días del mes de junio del año 1958 fuimos convocados al examen de grado superior de bachillerato en nuestro Instituto de Enseñanza Media “Padre Suárez” de Granada. Las imágenes se quedaron grabadas para siempre en mi memoria. Durante el examen, uno de los compañeros pidió en voz baja a nuestro amigo Luis, el primero de la clase, que le ayudara a contestar alguna de las preguntas. En un papel escribió las indicaciones que creyó oportunas y lo pasó disimuladamente al compañero. Uno de los profesores lo vio, e inmediatamente nuestro amigo fue excluido del examen y echado de la clase. Nos esperó en el pasillo a que termináramos todos. Un profundo sentimiento de rabia e impotencia se apoderó de nosotros. Excluían al mejor de la clase, y además era nuestro amigo. En él nos sentimos nosotros, los más cercanos, también castigados. Supongo que en nuestra rabia no supimos distinguir entre la justicia aplicada por los profesores y la bondad o maldad de lo que había hecho nuestro amigo. Allí quedó el episodio que nunca más olvidé.

No existe un paralelismo en los acontecimientos, pero hoy tengo de nuevo que recordar los hechos del cincuenta y ocho al leer en la prensa sobre la dimisión del Ministro de Defensa alemán, Karl Theodor zu Guttenberg. Otro “número uno” de la clase o, mejor dicho, de la sociedad alemana de nuestros días. Hijo de una de las familias de la nobleza alemana, padre de dos hijas, administrador de las posesiones familiares, experto en agricultura, jurista y doctor en ciencias políticas, pasó en solo dos años de diputado a ministro del gobierno de la señora Merkel. Su seriedad, su capacidad y mejor estilo, han hecho del joven barón y ministro, 39 años de edad, la figura más admirada por la población en la esfera política de su país. Ha sido durante meses el número uno de los políticos más admirados en Alemania. Es natural que su figura despertara también dudas y envidias. Algunos dicen que su comportamiento, querer ser siempre y en todo el número uno, le llevó al fracaso. Hace un par de días se cayó del pedestal.

La red de “Internet” lo ha hecho posible. Algún experto interesado dejó que los ‘buscadores’ de la red examinaran el texto de su tesis doctoral. Y mira por donde, encontraron en la misma abundantes pasajes tomados de otros autores sin citar las fuentes. O sea, plagio en toda regla. Cientos de internautas colaboraron en los últimos días en la tarea de investigación. El morbo del momento ha sido espectacular, en Facebook y en otras plataformas creadas “ad hoc” se pueden constatar los resultados. Ante tal situación el barón resolvió devolver a la Universidad su título de doctor (la Universidad se lo ha retirado posteriormente también) y, acosado por los partidos de la oposición, tuvo también que dimitir de su cargo en el gobierno, a la vez que dejaba su escaño de diputado. Paradojas de la vida: el portavoz de la Izquierda Alemana, los antiguos comunistas, apeló en el debate parlamentario de acusación al Ministro a que no era un buen estilo de la nobleza permanecer en el cargo como si no hubiera pasado nada. En otro momento de la discusión el jefe de la oposición socialista acusó al ministro de parecerse a Berlusconi, denostado jefe del gobierno italiano. Todo un espectáculo.

Entretanto parece que Alemania está de nuevo dividida. Son ya más de 500.000 internautas que consideran equivocada la dimisión del Ministro y que piden su regreso a la política, mientras que otro grupo de la misma envergadura, más de 500.000, aplaude lo ocurrido. Tanto los unos como los otros quieren salir a la calle y mostrar a gritos sus propuestas y acusaciones. Las tertulias de la televisión alemana están estos días repletas de “expertos” y “aprovechados” que intentan avivar en uno u otro sentido el fuego de sus posturas. Por otra parte, el Rector de la Universidad que concedió tan alegremente el “suma cum laude” a la tesis doctoral del Barón zu Guttenberg ha declarado, al anunciar la retirada del título, que el claustro está estudiando la posibilidad de “pasar” en el futuro los textos de las tesis doctorales por los “buscadores” de Internet. Veremos en qué queda el daño producido al mundo científico alemán.

Algunos han visto en este acontecimiento otro ejemplo más de la soberbia y de la consecuente caída del hombre. Alguien me enseñó a no tirar la primera piedra porque, en definitiva, nadie es perfecto. Al contrario, aunque no tengo ni voz ni voto en el acontecer político alemán, me pregunto en estos días sobre los motivos que han llevado a un gran número de alemanes a elegir durante el último año, semana tras semana, al personaje citado como el político más valorado de Alemania. ¿Por qué se miraban en ese espejo, qué excelencias veían en él? Sin querer justificar el demostrado plagio del ex-doctor y sabiendo del nivel de la clase política actual, pienso, eso sí, que a veces los primeros de la clase tienen que expiar en su propia carne la mediocridad de los que les rodean.

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