viernes, 25 de marzo de 2011

Japón, Alemania y mi confusión

Estaba sobrecogido y admirado por las catástrofes ocurridas en Japón. Hoy mi confusión es grande ante los últimos acontecimientos que estas catástrofes han traído consigo en algunos países de Europa. Los periodistas y políticos de turno son en parte los protagonistas de la confusión. Esta semana me encuentro en Alemania y puedo escribir de cerca sobre el pensar y sentir de muchos ciudadanos alemanes. También sobre el mío.

El miedo ante acontecimientos y cosas que no dominamos es grande. No sabemos lo que es la fisión o la fusión, pero sí que la contaminación nuclear no tiene ni olor ni sabor, y que sin saberlo ni quererlo, una nube inoportuna e ignominiosa puede contaminarnos. Una información objetiva y profesional nos haría bien. Y sin embargo la información que nos llega a través de los medios es parcial, confusa e interesada. No transcurre un telediario sin que se nos “informe” de que la radioactividad en el aire o en el agua, allá en Japón, ha aumentado en tales y cuales tantos por cientos, lo que nos hace pensar de inmediato que la vida de los japoneses que viven en la zona del accidente está en peligro. Hasta ahora, sin embargo, el gran drama de la población japonesa no está en los peligros de una posible radiación nuclear (que evidentemente existe y que nadie la niega), sino en la inmensa tragedia ocurrida con el seismo y el tsunami, de los que ya prácticamente nadie habla. Más de diezmil muertos ya contabilizados y decenas de miles de desaparecidos de los que nadie informa.

Anoche, en uno de los telediarios de más audiencia de Alemania (ZDF) no se dijo ni una palabra sobre los muertos, la destrucción y los escombros de Japón, ni sobre los esfuerzos para proveer a las víctimas de alimentos, mantas y medicinas. Las informaciones más importantes fueron el color de los humos que salen de tal o cual reactor de Fukushima, los valores de la contaminación de las aguas y acelgas de la región y, como no, que la temida e hipotética nube nuclear aún no ha llegado a Berlín, aunque otros dicen que ya está en Francia.

La agencia alemana „Welt-Online“ trae en sus boletines algunas opiniones de ciudadanos alemanes que viven en Japón y que están espantados de la forma cómo sus paisanos, los reporteros alemanes, están informando a sus oyentes y lectores. No entienden para nada el pánico nuclear que se ha apoderado de la población en Europa. Un alemán, Christian Thoma, que vive en Japón desde 1981, arremete contra “la estrategia informativa alienante e interesada, que no sólo es injusta con el pueblo japonés sino que aumenta innecesariamente el dolor y la preocupación de los familiares que viven fuera del Japón y que reciben las informaciones por las cadenas de televisión alemanas”. Thoma califica los reportajes de los periodistas alemanes de superficiales y escandalosos, como aquellos que hablan de que los ciudadanos de Tokio asaltan los supermercados para llevarse alimentos a sus sótanos y arcas de congelar. “¿Saben estos reporteros que la mayoría de las casas en Tokio no tienen ni sótanos ni arcas de congelar?” Pregunta Thoma en su carta.

La perla de la confusión me la ha regalado estos días la señora Angela Merkel. La conocida jefe de gobierno y presidente de los cristiano-demócratas alemanes (CDU), hasta ayer destacada defensora de la energía nuclear, prolongando incluso hace pocas semanas la vida de las centrales nucleares alemanas, se ha convertido, según informan algunos medios con ironía, en un destacado “miembro de Greenpeace”. Después de lo ocurrido en Japón ha decretado una moratoria de tres meses a la ley recientemente aprobada en el parlamento alemán, según la cual se prolongaba por años la vida de todas las centrales nucleares, y ha ordenado desconectar de la red a siete de las más antiguas. Hasta ayer eran centrales nucleares sumamente seguras, hoy se necesita una comisión para dictaminar su estado. “Pruebas de stress” y comisión ética incluidas (¿?).

No sé quien habrá sido el consejero de la señora Merkel, pero estoy convencido que no le saldrá la cuenta. Muchos de sus paisanos la acusan de oportunista al tomar esta decisión en vísperas de unas elecciones regionales de Alemania, donde su partido tiene las de perder. Curiosamente, y según las últimas encuestas, la moratoria nuclear decretada le ha supuesto ya un descenso significativo en la intención de voto. Noticias de última hora dan cuenta de que un ministro de su gobierno, el señor Brüderle, ha declarado que las medidas tomadas eran pura táctica electoral. No es de extrañar que los ganadores de este embrollo serán los verdes.

Muchos alemanes tienen miedo, algunos dicen “que ellos ya lo sabían, que algún día ocurriría lo peor”. Ante el desasosiego alemán por los peligros nucleares en Japón y en Europa, prefiero quedarme con la población de aquel país lejano, que se preocupa más por sus muertos, por el desabastecimiento de alimentos y por las posibles nuevas réplicas del terremoto que por la crisis de sus reactores nucleares. Los japoneses nos enseñan con qué moderación y calma se deben de enfrentar las situaciones críticas y difíciles. El pánico no es un buen consejero. Estoy convencido que ellos superarán la crisis, sea cual sea la envergadura de la misma. Yo me esforzaré por superar mi confusión.

2 comentarios:

  1. Es un placer, Paco, leer su columna desde el otro lado del mundo. Y sobre todo porque estoy haciéndolo desde mi condición de periodista, en consonancia con su vocación temprana.

    Japón es hoy la muestra de lo que es nuestra civilización tecnológica, consumista y obediente de los medios de comunicación, a la sazón, profesores insignes de la modernidad.

    Por estos pagos también alarma lo de Japón pero nadie de los importantes hace autocrítica: las vidas y los escombros ya fueron noticias.

    ¿Qué decimos ante la naturaleza enojada los que creemos que pensamos de otra manera? Por ahora pocas cosas, por ejemplo, el ciudadano de a pie que siga exigiendo a sus funcionarios o candidatos que sean honestos en sus conductas y que no engañen a la gente (para empezar...)

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  2. Gracias por esta información. A nuestro país nos llega más las noticias de lo que les esta pasando al pueblo.
    Quizás porque los argentinos somos hijos de inmigrantes y gente de la tierra, es que todos nos afecta como si fueran nuestros familiares.
    Un abrazo fuerte

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