sábado, 16 de abril de 2011

Silencio

Comenzamos la Semana Santa. Las estaciones de autobuses y trenes en Madrid están a tope. Colas de hora y media para conseguir un billete de tren o autobús para salir de la gran ciudad. Dicen que las playas del Levante y del Sur españolas se llenarán de gente que busca el sol y el descanso. Hablan de quince millones de traslados motorizados en España durante los próximos diez días.

Mientras tanto en la iglesia de Santa Maria Magdalena de Ciempozuelos, también en Madrid, bella muestra del barroco español del siglo XVI, han destrozado el altar y el sagrario, desnudando y quitándole a la Virgen de los Dolores su ropa, la que sus devotas le habían puesto para la procesión del Domingo.

Mientras tanto en Galicia se inaugura en uno de sus auditorios públicos más importante la exposición “Casus Belli” en la que se muestran “piezas de arte” que ofenden a muchos sectores sociales; en el centro de la polémica está el “Cristo das Rías Baixas”, una pintura de un Cristo crucificado y totalmente desnudo que posa boca abajo para mayor provocación y escarnio de sus amigos.

Mientras tanto una asociación madrileña de ateos y librepensadores critica la prohibición por parte de la Delegación del Gobierno de la ‘procesión atea’ que habían organizado para el Jueves Santo por las calles de Madrid, justo a la misma hora de las procesiones que los creyentes católicos organizan todos los años en la ciudad. En este cortejo ateo tenían previsto la exhibición lúdica de payasos y otros símbolos mofándose de la, según ellos, “parafernalia” de las procesiones católicas. ¡No quieren ofender, sólo quieren democracia!

Mientras tanto, algo más lejos, las bombas racimo fabricadas ayer en España son utilizadas por Gadafi en la Libia de hoy para bombardear a la población civil; los países europeos siguen también bombardeando a “los otros” (¡a los malos de ahora, que eran los buenos de ayer!) con el mandato de Naciones Unidas. Como resultado de estos acontecimientos y de otros parecidos en el Norte de África, las pateras que llegan – las que lo consigue – a las costas del Sur de Europa nos traen a miles de jóvenes africanos para que les demos comida y trabajo aquí; y cuando llegan nadie los quiere albergar.

Mientras tanto me siento incapaz de pronunciar palabra alguna, y solo me queda el consuelo de ver “al que crucificaron”, al mismísimo Hijo de Dios, colgado del madero y gritando con todas sus fuerzas: “¿Dios mío, Dios mío, porqué me has abandonado?” El misterio es insondable, en aquella tarde célebre no se escuchó la voz del Padre. Silencio. Sólo tres días después, lo pudieron ver, tocar y abrazar los suyos, porque el Padre le había sacado de entre los muertos.

Mi hermana que como mujer buena me sigue y me comprende, me ha enviado un video de cinco minutos colgado en Youtube para que viéndolo me consuele en mi camino: (http://www.youtube.com/watch?v=3ax2fc8cM-I&feature=mfu_in_order&list=UL ).

“Silencio, silencio” canta la saeta de Pascual González, “Ya viene Jesús / llevando su cruz / que mira hacia el cielo / Silencio, silencio / Jesús Nazareno”. y más tarde sigue cantando: “Silencio, Sevilla / y en medio de este silencio / solo se escucha el lamento / de la voz de un cantaor / que reza, promesa.” Yo le agradezco a mi hermana el detalle, y me quiero quedar aquí, con ese cantaor que reza: “¡Silencio, silencio!”

Para los más fuertes, para los que están dispuestos a seguir al Maestro, varón de dolores, ayudándole a cargar con su cruz, la cruz de una humanidad crucificada que hoy también grita pidiendo ayuda, se oye al poeta andaluz que, ante el rostro cuajado de lágrimas de la Señora, la madre de ese Jesús Nazareno colgado del madero, y al que nadie escucha en su dolor, susurra casi con miedo, pero valiente: “Yo quiero ser costalero, Señora, / y sentir en mis espaldas / la belleza de tu rostro / sin poder verte la cara / porque tú estarás arriba / y yo abajo en tu morada. // Yo quiero ser costalero, Señora, / y dejar tranquila mi alma / y que mi ciudadanía / experimente la saña / de sentirme costalero / de María Inmaculada”.

Ante tanto sufrimiento, yo quiero ser, con mi dolor y sufrimiento, también tu costalero, Señora, y dejar que corra el mundo como tenga que correr, porque mañana, cuando hayan pasado las madrugadas del silencio, del dolor y la oscuridad, Tú nos llevarás al lado del Hijo de tus entrañas, adonde brilla la Luz Eterna.

1 comentario:

  1. Antonio Mellado Suárez16 de abril de 2011, 21:53

    Después de leer tus apuntes,creo que esta semana santa,no podré evitar,sentir dolor, ese tremendo dolor,de estar viendo por un lado el emocionante paso de la procesión del silencio,y saber que solo, unos cientos de metros mas arriba,( en El Fargue ) se están fabricando,esas terribles y destructivas bombas racimo. ¡ Ojalá algún dia,brille la Luz Eterna para todas las criaturas!.

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