viernes, 1 de abril de 2011

Portugal y los "bonos basura"

Los más cercanos de mi familia conocen la historia. A menudo se me nota, y sonriendo, las más de las veces, me lo hacen saber. Cuando yo era niño y debía sentarme a la mesa de los abuelos para comer o cenar, - lo que ocurría a menudo por las circunstancias de la vida -, el abuelo, hombre serio y correcto como el que más, pasaba revista a las manos de los nietos y hacía la pregunta de siempre: "¿Te has lavado bien las manos?" Además de serio el abuelo estaba obsesionado por la limpieza. La abuela solía mediar y el asunto se concluía sin más. Pero a veces tuve que volver a lavarme las manitas con el consiguiente disgusto, y pasar, como no, otra vez la revista. La prevención ante la suciedad y los microbios quedaron para siempre en el subconsciente de los que por allí pasábamos. En este contexto recuerdo también que el asunto de la basura del hogar era todo un capítulo de la competencia exclusiva del abuelo, cuyo relato aquí no viene al caso.

He de confesar que nunca me agradó manipular la basura. Incluso la palabra me pone en guardia. El martes pasado me acordé de mi abuelo y de su basura. Resulta que una ominosa agencia crediticia internacional dedicada a juzgar a los demás, ha rebajado la calificación de la deuda soberana portuguesa a un nivel con la consideración de “bono basura”. O sea, que los certificados o bonos que Portugal da a los que le prestan dinero son pura basura, o lo que es lo mismo, que Portugal es un riesgo para la economía mundial, porque a los ojos de Standard and Poor’s (que así se llama la agencia) mis vecinos no podrán pagar lo que hoy piden prestado. Si mi abuelo viviera, le preguntaría cómo manejar este saco de basura que por obra y gracia de unos “misteriosos” expertos financieros del otro lado del Atlántico tienen hoy que llevar a las espaldas mis amigos los portugueses.

Dicen que son cinco las principales agencias que deciden sobre el bien y el mal de los países y las empresas. Sus nombres, ingleses: Standard & Poor’s, Moody’s, Fitch Ratings, Dominion Bond Rating Service y A.M. Best. A mí estas agencias no me hacen gracia, porque me recuerdan a mi abuelo cuando nos revisaba la suciedad o limpieza de las manos. Resulta que para espantar a los fantasmas hay que estudiar sus pasos y acciones, y así lo he hecho. Tomo nota de que las cinco agencias citadas pertenecen al ámbito anglosajón, lo que me hace pensar que son ellos, los ingleses y americanos, los que manejan la economía en nuestros países. Su poder es inmenso, parece que los políticos y gobiernos de turno, especialmente en el sur de Europa, son meros espectadores del acontecer económico en sus propias casas. Resulta también que estos misteriosos expertos envían regularmente sus mensajes a los inversores y con ello ayudan incluso a crear los problemas. Si dan malas notas cuando las cosas están difíciles, no me extraña que agraven aún más la situación.

A este ritmo mi querido Portugal no tiene arreglo. Ya están pagando por su deuda a medio plazo más del 7% de interés anual. Ninguna familia aguantaría por mucho tiempo situación semejante. Algo tiene que ocurrir. Los políticos de aquel país andan a la greña en estos días, falta la unidad nacional para acometer la difícil tarea que una economía global y una moneda única europea traen consigo. Y a “río revuelto, ganancia de pescadores”: seguro que algunos bancos por esos mundos de Dios aumentarán sus beneficios o, lo que es peor, recibirán la ayuda de los contribuyentes para tapar sus errores.

En algunos países del norte de África han sido los jóvenes los que han iniciado el cambio de sus estructuras políticas. He leído que en Portugal hay un pequeño grupo de gente joven que ha lanzado una iniciativa bajo el nombre de “Generación esperanza”, pidiendo ante las puertas del Parlamento en la Rua São Bento de Lisboa una democracia directa según el ejemplo de Suiza. Están seguros que si siguen los políticos actuales en el poder las crisis se sucederán, teniendo cada vez una mayor gravedad. Siento que nadie en Portugal tiene clara la salida al problema actual. Estoy convencido también que una unión monetaria como la del Euro no tiene futuro si no se llega urgentemente a una unión política y económica en Europa. Y para eso sobran las agencias crediticias internacionales y faltan desgraciadamente verdaderos hombres de estado.

1 comentario:

  1. Antonio Mellado Suárez3 de abril de 2011, 20:49

    Los políticos basura, y la basura de los políticos,no solo engendran bonos basura, lo ensucian todo,ellos,en un enorme porcentaje,tienen las manos sucias,y nosotros ,esta sociedad,con tantas mentes basura,lo permitimos,con este sucio silencio,que sin darnos cuenta,ensucia la vida de muchas criaturas. Quizás preguntandole a los políticos,y a todos nosotros,"Te has lavado bién las manos"? entremos en un mundo mejor y mas honesto,como el de nuestros abuelos, con seriedad y obsesionados por la limpieza. que bonito! Grandes hombres de estado y con las manos muy limpias. Un abrazo

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