viernes, 8 de enero de 2010

500.000 Reyes Magos

Los regalos de Navidad han sido en estos días un tema de conversación en la familia. Los orígenes y diversas tradiciones de algunos miembros de la nuestra, junto a la recién estrenada adolescencia de los nietos plantean motivos de reflexión, sobre todo para los abuelos.

Recuerdo mi primera Navidad en Alemania hace ya muchos años. Cuando le conté a los dueños de la casa donde me albergaba, que en mi tierra poníamos los zapatos en el balcón la noche del cinco de enero, para que los Reyes Magos dejaran sus regalos, me comentaron que estos personajes estaban enterrados en la Catedral de Colonia, pero que en Alemania no traían ningún regalo en las fiestas navideñas. ¡Me quedé de una pieza! En aquellas latitudes el árbol de Navidad cobija en la Noche Buena los regalos para pequeños y grandes, y en el seno de las familias cristianas es el Niño Dios, recién nacido, quien trae consigo los presentes y los deja bajo el árbol.

Mi mujer y yo nunca lo discutimos, el andaluz que hay en mí asumió gustosamente las tradiciones alemanas y los Reyes Magos no tuvieron más remedio que, a partir de entonces, pasar por encima de nuestra casa, sin parar, y dejar los regalos para nuestros hijos en el balcón de los abuelos, o sea de mis padres, que no renunciaron a sus costumbres. Hoy día son los hijos de nuestros hijos los que se alegran en la Noche Buena con su abuela alemana y los regalos del “Christkind” (Niño Dios), y esperan pacientes a que Melchor, Gaspar y Baltasar se acuerden de ellos y dejen algo en la casa de los otros abuelos en la noche víspera de Epifanía. Comprenderán mis lectores, por qué en casa el asunto de los regalos es algo “complicado”.

En el transcurso de los años he ido conociendo mejor a los alemanes y sus “cosas”. En esto de los Reyes Magos son también especiales: los tres Magos de Oriente no sólo no traen regalos, sino que salen por las calles, justo en estos días, a pedir. Sí, ¡a pedir! Hay una hermosísima tradición en Alemania, que ha ido ganando en importancia en las últimas décadas y que es conocida como la acción de los “cantores de la estrella” (Sternsinger). Es una caravana de más de quinientos mil niños y niñas, vestidos de Reyes Magos, que salen durante estos días en grupos organizados y motivados por las parroquias católicas, para llevar al principio del año a los hogares y edificios públicos la bendición de Dios, y a la vez, recoger fondos, con los que una Fundación alemana ayuda a la infancia necesitada en África, Asia, América del Sur y Europa del Este. La suma del dinero recogido el año pasado fue de más de treinta millones de Euros. En estos días los chavales dejan escrito con tiza bendecida, como agradecimiento, en los dinteles de las casas y edificios que visitan, los siguientes signos: 20*C+M+B+10. Así lo hicieron días pasados también en la residencia de la canciller, Angela Merkel.

La inscripción no tiene nada que ver con Gaspar, Melchor y Baltasar, sino que son las iniciales de la frase: “Christus mansionem benedicat” – Cristo bendiga esta casa –. También escriben los números del año que comienza.
Es lo que yo deseo también a todas las casas y lugares en donde se lea mi “Blog”.

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