viernes, 22 de enero de 2010

La ideología de género (2): el lenguaje

El poder del elocuente, del que habla de modo eficaz, es enorme. La historia nos trae abundantes ejemplos de oratoria refinada en literatos, políticos y otros personajes. Cada palabra que pronunciamos encierra en sí misma un mensaje. El elegir una palabra u otra para nombrar algo tiene su trascendencia. Esto lo saben muy bien los profesionales de los medios.

El martes 19, por la mañana, tuve que moverme con el coche en la ciudad, y, para entretenerme, conecté la radio. La emisora sintonizada era Radio Nacional de España. Hablaba Juan Ramón Lucas, locutor y conductor del programa titulado “En días como hoy”, que se emite en esta frecuencia de lunes a viernes, entre las seis y las doce de la mañana. Según informa la Web de Radio Televisión Española, Juan Ramón Lucas es periodista licenciado en la Universidad Complutense de Madrid y lleva cuatro décadas de ejercicio profesional en diferentes medios de comunicación. Sigo leyendo en la misma Web, que este locutor sabe mezclar con sutileza los diferentes ámbitos de la actualidad informativa en el programa mencionado.

El interés por conocer la vida y milagros de este señor me ha surgido después de escuchar algunas de sus expresiones. Entrevistaba en ese momento a un director de teatro, Miguel Narros, y a la bailarina e intérprete Lola Greco. Ambos habían sido invitados al programa para presentar un espectáculo de ballet flamenco que se puede ver durante estos días en los Teatros del Canal de Madrid. La obra se titula FEDRA y pretende contar la historia de un arquetipo de la literatura dramática universal – como es el personaje de Fedra – a través de un lenguaje distinto de aquél con el que este mito fue concebido.

Dirigiéndose a la bailaora en un momento de la entrevista, Juan Ramón Lucas le preguntó que “¿cómo podía matrimoniar el flamenco y un trágico clásico como Fedra?”, repitiendo dos veces la palabra matrimoniar. Yo no entendí nada y la bailarina tampoco. Ella le contestó como Dios le dio a entender, y yo me pregunté que a quién querría unir en matrimonio el bueno de Lucas, si a Miguel Narros con Fedra o a la bailaora Lola con el hijo de Teseo e Hipólita. Pero no, fue el mismo locutor el que me aclaró las dudas. Segundos más tarde volvía a repetir la palabra matrimoniar, añadiendo de soslayo el significado que le estaba dando a la misma, el de “comunicarse” o comunicar (!?). Me atrevo a aclarar lo que todos saben y es evidente: la palabra matrimoniar significa, según la Real Academia de la Lengua, unirse en matrimonio, casarse. Y matrimonio, según la misma fuente, es la unión de hombre y mujer concertada mediante determinados ritos o formalidades legales.

Me acordé entonces de la polémica sobre si llamar “matrimonio” o no a las uniones de los homosexuales y de un artículo que leí hace poco sobre el uso del lenguaje y las técnicas argumentativas de la ideología de género o del feminismo radical. Su autora es Begoña García Zapata, Doctora en Filología Clásica por la Universidad Complutense de Madrid.

Se sabe que los representantes de este feminismo radical tienen muy poco aprecio por la institución del matrimonio y que consecuentemente no quieren usar en sus argumentos esta palabra. Sin embargo, en el episodio que cuento sobre el programa de Radio Nacional de España se ha utilizado abiertamente una de las estrategias conocidas entre los representantes de la ideología de género y denunciadas por la Doctora García Zapata en su artículo. Se usa una palabra que tiene un significado determinado, dándole otro y “no explicando con claridad los conceptos que se manejan, porque eso facilita el convencer al receptor de una idea que no llega a entender plenamente pero que se le presenta de algún modo atractiva.” Con esta técnica se va relativizando en el tiempo el significado de una palabra y se van introduciendo significados nuevos que no tienen que ver con el concepto inicial. La ideología de género tiene su táctica y un vocabulario propio con términos muy usuales y otros que omite conscientemente. Es interesante conocer al respecto el contenido de un documento de la Comisión Asesora sobre Lenguaje del Instituto de la Mujer del año 2006.

Begoña García Zapata nos dice que es bueno recordar a los ideólogos de género que no se debe jugar con los conceptos y segundo y mejor todavía estudiar los que ellos utilizan para no caer en trampas dialécticas. Es difícil argumentar contra el feminismo radical, pero no quiero desentenderme de ello y dar la batalla por perdida.

A mi distinguido y galardonado locutor de Radio Nacional le sugeriría que leyera la Carta Apostólica a los responsables de las comunicaciones sociales de Juan Pablo II ‘El rápido desarrollo’ de 24 de enero de 2005, en la que advierte que “la comunicación es un acto moral” ya que está implicada la verdad.

1 comentario:

  1. Querido Paco: Como siempre es mi mujer la que me pide que no deje en mi corazón aquello que pienso. Tus artículos están muy bien escritos, arrojan luz sobre cuestiones de gran calado y van cargados de sabiduría y madurez.
    Un fuerte abrazo y que la juventud de tu espíritu siga fluyendo en tu blog.

    Raúl

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