viernes, 26 de febrero de 2010

Buenos modales

Granada, ciudad que me vio nacer, está repleta de calles estrechas con aceras diminutas que apenas permiten el paso cómodo de un solo peatón. Me acuerdo, por ejemplo, de la calle Escuelas, cercana a la casa de mis padres. Para colmo de estrechez, circulaba regularmente por aquella calle uno de los tranvías que fueron marca y seña de la vida cotidiana granadina, el tranvía de la Alhóndiga. La única solución que te quedaba, era meterte en los portales de las casas y esperar a que pasara el vehículo.

Recuerdo perfectamente que cuando, aún joven de trece o catorce años, avanzaba por la acera – tenía que ir siempre por mi derecha – y se acercaba de frente alguna persona mayor, me retiraba y cedía el paso al adulto como expresión de respeto y buenos modales. Yo no sé, si este comportamiento lo aprendí de mis padres o lo había sacado de la “Cartilla Moderna de Urbanidad”, de la editorial Edelvives, que leíamos en los colegios y escuelas públicas en los años cincuenta del siglo pasado y que repartió educación por pueblos y ciudades, contribuyendo a que hubiera urbanidad durante décadas en España.

Le pregunté a mis nietos el otro día, si en su colegio tienen alguna asignatura de “urbanidad” o algo que se le parezca. Parece ser que no, que han oído algo de la ‘educación para la ciudadanía’, pero que ese tema es de la ESO y que no lo han visto, y que eso de ir por la derecha, bueno, que también se puede ir por la izquierda.

Viene todo esto a cuento, porque he visto una foto en la prensa que nos muestra al distinguido señor Aznar, antiguo presidente del gobierno, levantando el dedo corazón a unos estudiantes, en un gesto muy usado por los romanos, según nos informan los eruditos de la escena nacional. Parece ser que en la universidad de Oviedo algunos de estos mozalbetes le habían increpado con adjetivos como fascista, criminal de guerra y otros improperios. No quiero pensar que esto sea lo que hoy se aprende en los institutos y otros centros de enseñanza de nuestro territorio nacional, pero sí me pregunto ¿quién ha educado a estos jóvenes? y ¿qué pretenden con su estilo y agresividad?

Y para no ser distinto, el bueno de Aznar, destacado dirigente político del país, responde con un estilo y desfachatez semejantes. Tengo la sensación de que lo de los buenos modales, es un asunto pasado de moda, del siglo pasado. Hablando de políticos, no me imagino, sin ir más lejos, a ningún “padre de la constitución española”, llámese Herrero Rodríguez de Miñón, Gregorio Peces Barba, Fraga Iribarne u otro, levantando el dedo corazón a los de su entorno. Claro que todos ellos se educaron con Edelvives en los pupitres, y no así los protagonistas ovetenses de nuestros días. Vaya, que si pudiera, les enviaría a los participantes en el episodio de la universidad de Oviedo un ejemplar de la “Cartilla Moderna de Urbanidad” de Edelvives, la de los niños, y la de las niñas (¡porque había dos ediciones distintas!).

Como no hay dos sin tres, me encuentro con que tendré que enviar también las mencionadas “Cartillas” a otro grupo de conciudadanos, con los que he tenido esta semana un encuentro especial. Fuimos convocados a una asamblea extraordinaria de propietarios de viviendas. El presidente y la junta querían proponer a nuestra consideración la aprobación de un gasto extraordinario, necesario y urgente. Es increíble, pero antes de iniciar la sesión y poder los miembros de la mesa y el administrador saludar a los allí presentes, y explicar el motivo de su convocatoria, ya se presentaron impugnaciones, reclamaciones y demás mociones, que imposibilitaron un desarrollo ordenado de la asamblea. Los miembros de la mesa se esforzaron en poner orden y seguir la reunión. No quiero ampliar detalles, pero aquello fue lo más parecido a un gallinero (sin gallo). Recordaba mis reuniones y asambleas de trabajo en Alemania y en otros países, y me pareció estar viviendo una pesadilla. Algún vecino amigo me dijo que no me preocupara, que así eran todas las asambleas de propietarios.

En tiempos de Edelvives no existía la “propiedad horizontal” ni había comunidades o juntas de propietarios, por lo que, pienso, que el autor no pudo incluir en su cartilla de urbanidad los buenos modales para el caso. Una lástima. En nuestros días la formación y educación de cualquier hijo de vecino quedan restringidas, al parecer, al ámbito de la autonomía personal y de la “libertad de todos para vivir su propia vida” (sic R. Zapatero). Hasta que esto cambie, yo seguiré dejando a mi derecha a la persona con la que ando el camino. Y lo hago en señal de respeto y estima por ella.

2 comentarios:

  1. Querido Paco,
    Como todas tus entradas, esta última nos ha encantado a Teresa y a mí. Estamos contigo en que es necesario un repaso de urbanidad a la sociedad española. Y que nuestros padres y abuelos tuvieron en su formación urbanidad que es mucho más útil para los niños que la educación para la ciudadanía que sufren los que ahora se llaman alumnos y alumnas ciudadanas y ciudadanos de este país, que antes se llamaban niños españoles, y que eran infinitamente más educados que los de ahora. En relación con lo que comentas de Aznar también tienes razón en esto pero a mí me gustaría recalcar que en las tertulias de radio, prensa escrita,etc., se ha resaltado la falta de educación del presidente pero no la desfachatez de los impresentables presuntos universitarios que se permiten insultar impunemente a una persona. Esto demuestra que hay una doble vara hoy en nuestra Patria, si los estudiantes hubieran increpado al genocida Carrillo, la prensa habría dicho que el probre Carrillo había sido molestado por unos estudiantes maleducados.
    Muchas gracias por tu blog y ánimo que seguimos atentos a la próxima entrada.

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  2. Desde mi juventud mis padres me ensenaron a ser educado con los mayores. Luego esa educación se reforzaba en la escuela.

    ?quien refuerza hoy lo que enseno a mis hijos?

    Tendremos que cambiar mucho las cosas para conseguir volver al punto de partida.

    Un abrazo.

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